El progresismo suramericano

Al término de dos días de debates acerca de cómo los gobiernos suramericanos considerados progresistas juzgan sus desempeños y afrontan sus problemas, el veterano dirigente uruguayo y muy posible presidenciable José “Pepe” Mujica aportó una inesperada reflexión; “Hay que vivir como se piensa, pensar como se vive y hacerlo con alegría. Para construir un mundo mejor, hay que tratar de ser mejores, y debemos intentarlo en los partidos de izquierda y progresistas, y desparramarlo como una siembra en nuestro continente”.

La fuerte apelación del líder del Movimiento de Participación Popular (MPP) y ex guerrillero Tupamaro a la ética personal y colectiva cosechó aplausos y generó sorpresa en el nutrido auditorio que asistió al “encuentro de reflexión política” organizado conjuntamente por el CEPES (Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales) que dirige el ex vicepresidente argentino Carlos Alvarez y dos fundaciones socialdemócratas europeas, la “Jean Jaurés” francesa y la “Friedrich Ebert” alemana. El tema del encuentro fue “Los gobiernos progresistas en América latina, entre el conflicto y el consenso”.

“Hay que ganar el corazón de las masas, porque sin esa conquista no hay construcción posible. Y las masas muchas veces razonan con las achuras y con los sentimientos. No pueden llegar a un plano de conciencia absolutamente lúcido por el conjunto de limitaciones de sus vidas, pero tienen un glorioso instinto: siempre y cuando no traicionemos su confianza. Este no es el camino de la verdad, sino el camino de la buena fe, y la gente a la larga nos va a acompañar en todos nuestros proyectos”, añadió el actual senador uruguayo.

Previamente, Mujica había comentado que “hoy somos de centroizquierda , estamos gobernando y tenemos que hacer funcionar este capitalismo, porque si no lo hacemos funcionar, se nos muere la gente de hambre y nos sacan a patadas. Esto hay que tenerlo claro”.

Mujica añadió que “el capitalismo desató una fenomenal fuerza creadora, verdadero motor del progreso del hombre del punto de vista material. Pero también es portador de angustias que el hombre jamás había conocido antes”.

“Padecemos de un contrabando cultural en materia de valores, que nos introduce leguas dentro de una sociedad consumista, a la que todos pertenecemos, sin ambages. La sociedad de consumo es la mayor fuerza y la mayor trampa para asegurar indefinidamente la carrera por la acumulación capitalista. Nosotros queremos liberarnos, pero somos también portadores de la antorcha consumista”, dijo el dirigente uruguayo.

“Chacho” Alvarez, actual titular de la Comisión de Representantes Permanentes del MERCOSUR (CRPM), habia comentado en la jornada inaugural del lunes que “en un mundo con pocas ideas de cambio, Suramérica es una de las regiones más vibrantes”.

Consciente de las diferencias existentes entre los gobiernos considerados progresistas, así como entre los partidos de centroizquierda o izquierda que los respaldan , Alvarez propuso “evitar la diferenciación entre gobiernos prolijos y peligrosos, reformistas y revolucionarios” y poner en cambio el acento en “las ocho experiencias de cambio que vive Suramérica”, nómina en la que incluyó a la Argentina , Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Chile, países todos que tienen en común “el fracaso del modelo neoliberal de los ´90”, como también la búsqueda de “una redistribución de los bienes públicos y sociales, una ampliación de la ciudadanía y del reparto del poder”.

La tónica moderada y conciliadora de Alvarez tuvo su contraposición en los tajantes comentarios de la politóloga belga Chantal Mouffe, que se ha especializado en el estudio de los fenómenos políticos progresistas y de centroizquierda.

“Si algún ejemplo no tendrían que seguir los gobiernos progresistas latinoamericanos, es la experiencia desastrosa de la socialdemocracia europea”, afirmó, ante la sorpresa de los representantes de las dos fundaciones que copatrocinaron el encuentro.

“La famosa idea de la Tercera Vía , enunciada por el británico Anthony Giddens, fue presentada como la modernización de la socialdemocracia y en realidad fue su liquidación. Por esa vía, socialistas y ex comunistas aceptaron la premisa de pensar más allá de izquierdas y derechas y así giraron hacia el centro”, opinó Mouffe, que escribió conjuntamente con el sociólogo argentino Ernesto Laclau un trabajo titulado “Hegemonía y estrategia socialista”.

Como consecuencia de ese trueque, añadió la estudiosa belga, el centroizquierda europeo dejó de apuntar a las transformaciones de poder y aceptó la idea de que el neoliberalismo no tiene alternativas. “De esa forma se desconoce la dimensión del antagonismo, que es constitutiva de la política”.

La propuesta de Chantal Mouffe radica en construir “una democracia agonista, que reconozca la naturaleza hegemónica del orden social, porque no hay orden neutral, siempre hay alternativas y siempre hay estructuras de relaciones de poder”.

Su disertación no fue la única impactante. Carlos Ominami, líder socialista y vicepresidente del Senado chileno, planteó una severa crítica a la Concertación de Partidos por la Democracia , la coalición que ejerce el poder en su país desde el retorno democrático hace 18 años.

“En Chile no ha sido resuelta la tensión entre gobernabilidad y cambio estructural. Hemos ido generando desmovilización social, instalándonos en una democracia con poca energía y poca capacidad de transformación. El resultado es una sociedad de mercado. No hemos sido capaces de atacar el núcleo duro de la desigualdad”, afirmó Ominami.

En cambio su compatriota y correligionario, el embajador en Buenos Aires, Luis Maira, dedicó buena parte de su exposición a defender la necesidad de un proceso de integración cada vez más audaz y abarcativo entre las naciones suramericanas.

“Tenemos la necesidad de una institucionalidad básica en la región. Hoy en día tenemos que construirla en torno a UNASUR ( la Unión de Naciones Suramericanas), que no es excluyente de los proyectos de integración comercial, como el MERCOSUR y Comunidad Andina de Naciones, pero es el espacio político en el que podemos colocar los objetivos y las tareas de la integración de una manera más conveniente. La primera experiencia que Unasur ha tenido, y que fue el manejo de la crisis boliviana, ha sido ampliamente satisfactorio de las potencialidades que tienen los gobiernos de la región”.

Iole Iliada Lopes, dirigente del Partido de los Trabajadores brasileros, destacó la necesidad de fortalecer las fuerzas políticas que sustentan a los actuales gobiernos de signo progresista en la región y prestar atención a la formación de sus militantes. “Yo hablo como dirigente del PT, no pertenezco al gobierno”, reiteró.

El economista argentino Aldo Ferrer, uno de los creadores del Grupo Fénix, que reúne a universitarios de pensamiento avanzado, sostuvo que “para navegar en este mundo de aguas tan agitadas por la crisis financiera actual, lo fundamental es descansar en los recursos propios, organizar la economía, movilizar el potencial y resolver los problemas históricos de América Latina, que han frustrado la construcción de naciones integradas, capaces de desplegar plenamente su potencial y formar sociedades más integradas, más justas, más equitativas”.

“En la medida que seamos capaces de desplegar nuestros propios desarrollos nacionales, seremos capaces simultáneamente de construir caminos comunes de la integración”, dijo Ferrer, que advirtió sobre el riesgo de pretender imitar procesos como el de la Unión Europea , resultado de situaciones históricas muy diversas.

Ferrer elogió, como precedente de importancia histórica, el acuerdo sobre energía nuclear a que llegaron los ex presidentes Raúl Alfonsín, de la Argentina y José Sarney, del Brasil, en 1985.

“Hay que identificar áreas de interés común en las cuales la integración pueda tener un efecto contundente”, recomendó.

“Si hubiéramos tenido en el MERCOSUR una política sectorial sobre papel y celulosa, no se hubiera planteado el conflicto de Botnia, con Uruguay. Entonces, en vez de tener una empresa extranjera que viene a localizarse en uno de nuestros países, para crear recursos naturales destinados a los países industriales, una típica inversión centro-periferia, hubiéramos tenido, posiblemente en el mismo lugar donde se instaló la empresa finlandesa, un entramado industrial con cadenas de valor, plenamente integradas, con todas las garantías ecológicas, y hubiéramos podido evitar este conflicto, que nos ha perjudicado tanto a argentinos y uruguayos en los últimos tiempos”, añadió .

El sociólogo Ricardo Forster, miembro del espacio argentino “Carta Abierta”, se preguntó “cómo refundar una tradición emancipatoria en América Latina. También las izquierdas, las tradiciones progresistas, los universos democráticos populares, tanto en la Argentina como en la región, perdieron la brújula, perdieron sus tradiciones y hasta en algunos casos fueron cómplices de los procesos de dominio de las ideologías neoliberales. Lo que quedó olvidado entonces y quedó desdibujado, fue la relación entre política, mundo social y lo que podríamos llamar, el litigio de la igualdad”.

“Hoy estamos ante otro desafío, frente a otra oportunidad, en la Argentina , en Bolivia, en Ecuador, en Chile, en Uruguay, en Brasil, en Paraguay, que nos sorprende, que nos excita, que nos entusiasma, pero que también nos preocupa. Los sucesos bolivianos son extraordinariamente preocupantes”, dijo Forster, que calificó de “papel brutal, brutalizador”, al que cumple la mayoría de los medios de comunicación en poder de intereses económicos concentrados, lo que “torna muy difícil establecer relaciones entre profundización democrática y redistribución de la riqueza”.

Eduardo Sigal, subsecretario de relaciones económicas internacionales de la cancillería argentina, consideró que merece un detenido análisis la forma y las circunstancias en que surgió en 2003 el ex presidente Néstor Kirchner, con quien comenzó el giro hacia el centroizquierda del gobierno de este país.

“Otro elemento que nos persigue como un fantasma en los últimos 50 años de vida argentina, es la división entre la cultura de la izquierda de tradición liberal, socialista, clasista, y la izquierda nacional y popular, que básicamente anida en la experiencia del peronismo y que es un elemento decisorio en la posibilidad de transformaciones en la Argentina . Si no logramos solucionar esta división, será muy difícil para el progresismo encarar una agenda propositiva” , sostuvo Sigal.

El ministro de trabajo argentino, Carlos Tomada, sostuvo que el desafío para el gobierno de la presidenta Cristina Fernández, sigue siendo cómo asegurar una mejor distribución del ingreso en democracia.

“La meta y el objetivo no cambian. El conflicto emergente tampoco. Tal vez las políticas públicas para lograrlas deban ponerse en marcha en nuevas condiciones económicas, financieras o de integración . El desconcierto del pensamiento neoconservador y de algunos progresismos nos confirman en la política que venimos impulsando en los últimos cinco años”, añadió Tomada, que también ocupó la cartera laboral durante la presidencia de Néstor Kirchner.

“El papel de un estado activo, regulador, con capacidad de intervención, es una premisa que hoy se refuerza, con el derrumbe de la experiencia neoconservadora. Por eso nuestra experiencia, basada en una estrategia de crecimiento con fuerte rol del Estado, en la regulación de los mercados y con políticas activas en materia macroeconómica, industrial, de relaciones laborales, se convierte en un tema a profundizar, a desarrollar y a consolidar”, expresó el ministro.

[Oscar J. Serrat De la Redacción de MERCOSUR Noticias]